#ElPerúQueQueremos

Perdiendo el tiempo de otros

Publicado: 2012-09-18

Hoy no voy a hablar acerca de taxistas, semáforos o policías de tránsito, como podría sugerir el título del post. Ni de la puntualidad. Tampoco de aquella empleada pública que hace poco me atendió amablemente a las 5:02 pm, haciéndome ver con una sonrisa lo desprendida, entregada y responsable que ella era pues iba a devolverme mi DNI a pesar de que “hacía dos minutos que había terminado su turno”. ¡Dos minutos! Que tal…desprendimiento.

En cambio, voy a contar algunos pequeños ejemplos de cómo perdemos el tiempo de los alumnos (y del país) gracias a nuestro disfuncional sistema educativo.

Hace poco dicté un taller para docentes de Ventanilla y Callao donde, para sorpresa mía, los que tenían problemas de comprensión de lectura no eran los alumnos, sino los profesores. ¿Qué podemos esperar de sus discípulos?

La novedad para mí fue asistir al dictado de un diplomado en una conocida universidad de Lima, y observar como allí también estamos perdiendo el tiempo. De hecho, escribo este post en el aula vacía, mientras no llegan mis alumnos, quienes están acostumbrados a llegar media hora después del inicio.

A los alumnos se les pide preparar una exposición para presentar definiciones y contenidos respecto a lo que dice tal o cual libro, pero no se les invita a generar proyectos o buscar soluciones. Aprenden a copiar y pegar.

Me paseo por otras aulas y observo que en todo el pabellón los profesores están tomando la asistencia. Tomar lista es una práctica con mucho sentido pero, al repetir en cada clase, se van al menos 10 minutos en esa operación, en todas las sesiones, en todas las aulas. Existen otras formas de verificar el cumplimiento de las metas y sobre todo, de motivar a los alumnos. Digo esto porque el porcentaje de inasistencias es utilizado para exigir a los alumnos asistir a clases; no cuentan aquí las ganas de aprender.

Encuentro en esta y otras instituciones educativas profesores muy atentos a las formas, capaces de dar muy buenos discursos, rígidos a la hora de la disciplina, pero igual de rígidos cuando no se requiere tal disciplina.

Por otra parte, vale la pena tomar nota de las propuestas del educador Leon Trahtemberg, Cuánto bien nos haría, por ejemplo, una educación donde los niños no aprendan tanto a repetir el Himno Nacional y a desfilar, como el respeto y la tolerancia a quienes piensan diferente.


Escrito por

Javier Zapata Innocenzi

Autor de Seres Mágicos del Perú y Camino Emprendedor. Compilador de Relatos Mágicos del Perú. Editor en Malabares. Docente PUCP.


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